domingo, 29 de mayo de 2016

Capítulo 1: ¡Buen día!

Un día brillante y soleado iluminaba la ciudad, las personas caminaban por las calles cada quien en sus asuntos. Cierto hombre, con chaqueta azul, camisa por debajo negra, botas oscuras y un boina marrón en su cabeza, se hallaba con a espalda recargada en la pared de un “café”. Su semblante se volvió oscuro al ver salir a cierto sujeto de cabello rojo y con un jugo de frutilla en su mano derecha.

(Cabello rojo, ojos cobres y una sonrisa fastidiosamente petulante…)—Pensó para sus adentros sacando una foto del bolsillo de su ropa y comparándola con el sujeto que recién se alejaba del local—(Definitivamente es él…)—con una sonrisa oscura guardo la imagen y empezó a seguir a aquel peli rojo con cierta distancia de por medio. Sus ojos marcaron como objetivo a aquel tipo, lo analizaba de arriba abajo, memorizando su ropa de antemano, un bléiser negro con camisa blanca por debajo, pantalones azules con zapatos negros, una vestimenta bastante informal teniendo en cuenta el tipo de trabajo que se supone que tiene. El peli rojo camino unas calles para después girar hacia un callejón solitario, sonrió para sus adentros, esta era su oportunidad, iba a hacer una presa fácil. Sin embargo cuando llego se encontró con una gran sorpresa, era una ruta sin salida y sin rastro de su objetivo por ningún lado—¿Qu-Qué rayos? ¿Dónde está?—empezó a mirar a los alrededores alarmado hasta que escucho una voz lúgubre. 

¿Qué tal? Lindo día para matar ¿No?—Volteó de manera apresurada al origen de esa voz, encontrándose con una sonrisa burlona. 

—Tú… ¿Sabías que te seguía?—Retrocedió unos pasos al sentirse atrapado. 

—Desde el principio, debería de estar más atento de los alrededores de tu objetivo, tu fea cara aparecía en las ventanas de todos las tiendas que pasábamos—Dijo burlón para empezar a avanzar hacia el otro. 

—Veo lo observador que eres, así que ya debiste haberte dado cuenta de que soy un asesino profesional—De su bolsillo saco una pistola—hasta aquí llego tu reino del terror Akabane Karma—sonrió con satisfacción al ver la sorpresa del otro pero luego cambio a una sonrisa juguetona. 

—¿Reino del terror? No está mal, me gusta—Decía poniendo una mano en su mentón y sonriendo a la nada bajo la mirada perturbada del asesino ¿Tiene a la muerte apuntándole al pecho y se fija en eso? 

—Estas loc-…—Y antes de que pudiera terminar de hablar un puñetazo potente en su estómago lo dejo inconsciente.

—Y eso es todo~—Canturreo con una sonrisa. Empezó a revisar el cuerpo del asesino pensando que encontraría alguna pista de quien lo haya mandado, solo encontró una foto suya y una hoja con sus actividades del día—si me hubiera estado vigilando desde antes me habría dado cuenta, alguien le debió de enviar esto—sonrió para si mismo y acto seguido ato de las manos y de los pies al asesino, salió del callejón, saco un teléfono del bolsillo de su chaqueta y marco un número. 

¿Karma dónde estás?—Se oyó en la línea y el peli rojo sonrió con burla. 

—Oye, no se le habla así a tu jefe. 

Karma debías haber estado aquí hace una hora—La voz masculina se oyó malhumorada y el peli rojo soltó una risilla. 

Es que me seguí una plaga. 

¿Una plaga?

Adivina—Ante su tono de voz tan burlón se oyó un suspiro.

¿Otro asesino? 

—¡Bingo! Como se esperaba de Karasuma Tadaomi.

¿Dónde estás? Te iré a buscar.

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.

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—Ya es el tercero esta semana—Agrego se forma seria al peli rojo que sonreía en el asiento del copiloto, estaban en un auto negro en cuyo maletero se hallaba el asesino amarado de pies y manos y amordazado—definitivamente alguien los están mandando, alguien realmente te quiere muerto…—decía el moreno de traje negro. 

—No hay de qué preocuparse~ siempre tendré al jefe del ministerio de defensa protegiéndome—Karasuma suspiro, el tono burlesco en que hablaba el peli rojo siempre lo ha estresado pero eso será lo de menos cuando lo diga lo que le está esperando en su trabajo…

—Sobre eso Karma, tenemos que hablar—Dijo sin quitar la vista del camino y sintiendo la sonrisa de curiosidad del otro—ya desde hace un año que habido numerosos intentos de asesinato en tu contra, he aumentado la protección y vigilancia a tu alrededor pero aun así hay quien logra evadirla y…

—He tenido que cargármelos—Interrumpió juguetón y por un momento a Karasuma le salió un tic en su ceja, Karma es un burócrata importante pero eso no le quita lo violento y los desastres que hace cuando pelea. 

—En fin, ya es momento de ponerle fin a esto, hay que buscar a quien los está mandando y para eso necesito la mayor parte de las fuerzas del ministerio de defensa. 

—Te apoyo, busquemos a ese bastardo—Karma había sonreído con ansias de lucha pero las siguientes palabras de Karasuma le cortaron el momento. 

—Tú no harás nada—Declaro mientras giraba en un esquina para llegar a su destino—tienes que seguir con tus actividades políticas.

—Hehh… que aburrido—Se quejó mientras desabrochaba su cinturón—¿Se supone que debo esperar sentado solo? 

—Solo no—Karasuma bajo del auto seguido de Karma. Ambos se encontraban frente a un gran edificio, dos hombres trajeados se acercaron a ellos.

—Karasuma san, Akabane san, los esperan en la oficina—Dijo uno de los hombres mientras se inclinaba con respeto, el moreno le extendió las llaves del auto. 

—Hay un asesino en el maletero, tengan cuidado—Los hombres asintieron y se llevaron el coche. 

Karma empezó a caminar seguido de Karasuma adentrándose en el edificio. Era un lugar moderno con numerosas oficinas y trabajadores los cuales al ver al par se inclinaban respetuosamente. 

—¿A qué te refinerías con que no iba estar solo?—Dijo Karma sin detener su andar y retomando e tema anterior. 

—Me llevare una gran parte del ministerio del poder de defensa, Karma, por lo que no habrá nadie que te pueda proteger ni siquiera en tus horas de trabajo—Aun con el tono de voz serio Karasuma el peli rojo se encogió de hombros despreocupado.

—No hay problema, puedo cuidarme solo.

—No puedo arriesgarme Karma, contratado a alguien capacitado que te acompañará la mayor parte del tiempo. 

—No necesito niñera Karasuma—Hablo en tono de advertencia mientras miraba de reojo con el entrecejo fruncido al aludido.

Ambos se detuvieron frente a una puerta que daba a la oficina de Karma, Karasuma tomo la manija de la puerta y miro al peli rojo por un momento.

—Ya está decidido Karma—Declaro para luego entrar al fin a la habitación. 

Era un lugar espacioso con un escritorio de madera y un gran librero a un lado, y grandes ventanas que daban vista a la ciudad. Frente a ellos se hallaba una mujer rubia, con blusa holgada blanca y una falda negra ajustada, miraba con sus ojos azules malhumorados al par pero sobre todo al peli rojo.

—Llegando tarde como siempre Akabane—Dijo notoriamente irritada al ver la sonrisa burlona de Karma.

—Y tú igual de risueña que siempre, bitch san—La mujer solo bufo mientras lo veía ir hacia su escritorio y tomar asiento. 

—Irina, estas aquí por algo ¿Verdad?—Hablo Karasuma poniéndose al lado de la rubia y teniendo una idea del porque ella estaba ahí.

—Él ya está aquí—Anuncio a lo que Karma arqueó una ceja—le dije que esperara en la sala para que tú…—el hombre asintió.

—Bien hecho, llámalo por favor—Irina asintió en respuesta y se retiró, Karasuma volteó hacia Karma quien sonreía con el entrecejo fruncido.

—Así que no perdiste tiempo en llamar a mi “guardaespaldas” sin siquiera consultarme—No lo podía negar, estaba ligeramente molesto, la idea de que le encomendaran su seguridad a un extraño le hacía pensar que Karasuma lo subestimaba, cosa que le molestaba bastante. 

—El Dios de la muerte—Dijo en voz grave, Karma abrió los ojos sorprendido. El Dios de la muerte es el mejor asesino del mundo cuya cara nunca se ha visto, no importa qué tipo de trabajos le den, gobernantes, espías, asesinos, él los ejecutará a la perfección—después de mucho buscar y de llamar a todo tipo de gente al fin pudimos contactar con él—Karasuma observo atento aquella sonrisa demoniaca que aparecía en la faceta de Karma, conocía muy bien esa sed de lucha, el mismo la tenía pero sabía contenerla, en cambio Karma…

—¿Él será…?

—No—Una leve decepción se hizo presente en Karma—hicimos todos los tratos posibles sin embargo insistió que tenía asuntos y contratos que atender, pero…—la sonrisa del peli rojo volvió por la mirada seria de Karasuma—dijo que no podía dejar desperdiciar tan generosa oferta y que tenía a alguien igual de capacitado que él para el trabajo. 

—¿Y ese es…?

—Su discípulo—Y la sonrisa del peli rojo se ensancho. Se escuchó unos golpes de la puerta. 

—Pasen—Ordeno Karma antes de que dijera algo Karasuma. La primera que entro fue Irina, esta los miro por un momento tensa intrigándolos un poco para luego hacerse un lado y mostrar a quien iba a proteger a Karma a partir de ahora. 

—¡Buen día! Soy Nagisa Shiota. 

Continuará…

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