Después de un buen sermón y regaño de su querida madre, por fin logró comer, darse un baño, y recostarse en su cama en la oscuridad de su cuarto.
La habitación de Izuku era la de un autentico friki, estaba lleno de posters y figuras con la imagen del hechicero número uno del mundo AllMight. Desde la comodidad de su cama rememoraba los sucesos del día tan anormal que tuvo. El montón de flores solares escondidas y cultivadas en lo profundo del bosque, el extraño loco Lyon quien les hablaba y discutía con ellas, Kaccchan y demás bravucones persiguiéndolo (Extrañamente lo más normal que le paso), sus compañeros burlándose de él al manifestar que quería entrar a la preparatoria U.A. Abrió los ojo recordando entonces.
—Demonios, las pruebas de admisión… son dentro de diez meses más o menos—tapó su mirada con pesar con la mano derecha—sin magia…. ¿Debería entrenarme de alguna forma? Pero… aun si mejoro mi condición física… ¿Tan siquiera podré pararme en la línea de salida?
—Se mordió el labio con ansiedad, aun si la regla de tener magia fue removida para postular eso no aumenta del todo sus posibilidades, seguía sin tener ningún atributo especial y U.A solo calificaba lo mejor de lo mejor, apretó los puños y se sentó en la cama con el entrecejo fruncido.
—¡No lo sabré hasta que lo intente!—Se dijo así mismo con toda la voluntad y determinación que tenía, y sintió un leve destello, vió la flor encima del escritorio de su computadora. Su luz parpadeaba sin parar y entre confuso y curioso se acercó.
De alguna forma se las ingenió para esconderla de su madre y colarla en su habitación, y en todo ese momento la flor se había mantenido apagada pero justo ahora brillaba apaciblemente alumbrado gran parte de la habitación. Sino mal recuerda las solares no necesitan gran cuidado, solo mantenerlas cerca de una ventana y regarlas suavemente con agua de manera periódica bastaba, pero ¿De qué le servía conservarla? ¿Por qué ese tipo Lyon se la dio de repente y aparentemente a regañadientes? Parpadeó cuando al ver más de cerca vió como los pétalos delicados escurrían un diminuto polvillo brillante que caía en la maceta, una emoción invadió su interior al saber que ese era el principal soporte y potencia de los más grandes hechiceros del mundo.
Izuku acerco su mano y rozó con su dedo el pétalo que escurría el brillante polvo, posándose en la yema de su dedo y amontonándose un poco.
—Si es una sola no produce mucho polvillo eh…—Concluyó para sí mismo observando como brillaba su dedo. Contemplaba la luz fragmentada cuando el recuerdo de una película que vió cuando era pequeño invadió sus pensamientos, en ella también había un polvillo mágico pero que en vez de potenciar hechizos hacía que flotara cosas o a uno mismo. Tomó un lápiz de su escritorio y escurrió brillo de su dedo en este, lo observó detenidamente por unos largos segundos, el objeto permanecía inmóvil sin ningún cambio con el polvo deslizándose alrededor. Sonrió para sí mismo con desilusión—por supuesto, esto no te puede hacerme flotar al país de nunca jamás ¿Verdad?— se rió de su comentario, bostezo, sacudió su mano y el lápiz—la llevaré a una tienda de pociones o a un jardín especiales de eso.
Fue lo que decidió antes de acostarse e irse dormir. De reojo observaba la flor titilar pero la ignoró dándole la espalda, ya vería que haría con ella…
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—Izuku—Se removió en su cama escuchando los toques en puerta y la voz cantarina y cariñosa de su madre—Izuku cariño, levántate, ya está listo el desayuno.
Izuku soltó un leve quejido, era sábado pero aun así su madre lo levantaba temprano, para variar quisiera levantarse tarde pero no podía llevarle la contraria a la mujer.
—Voy…—Respondió con voz somnolienta. Escuchó los pasos alejarse, con pereza y sin abrir los ojos se sentó en la cama, bostezó, y puso un pie en el piso. Entonces notó la superficie rasposa, como si hubiera tierra ¿Su madre no paso la aspiradora ayer? No le dió mucha importancia hasta que puso el otro pie y por fin se levantó.
Fue como si pisara la arena de la playa, los ojos que había mantenido cerrados ahora los abrió como platos. La mayor parte del piso estaba forrado con escarcha dorada, pero eso no lo notó, su atención estaba fija en el montículo reluciente en que se había convertido su escritorio.
—¡¿Qué pasó aquí?!—Sus manos tomaron su cabeza al sentir que iba a estallar del pánico al ver su cuarto cubierto por el polvillo solar. Se apresuró a ir hacia su escritorio, con sus brazos barrió el polvillo y lo tiro al suelo, descubriendo a la reluciente flor titilante—ayer no estaba así…
—¿Izuku? ¿Está todo bien?—Izuku tragó grueso al escuchar nuevamente la voz de su progenitora.
—¡S-Si! Es que… ¡Derrame un vaso de agua!—Mintió, y es que para él era más fácil eso a explicarle a la mujer el cómo obtuvo una flor ilegal.
—¡Asegúrate de limpiarlo!
—B-Bien…
¿Y ahora qué?
Izuku tomó la aspiradora y limpió tan rápido como pudo. Era impresionante la cantidad de polvillo que se había acumulado en solo una noche, al menos la alfombra de AllMight tenía un brillo extra. Para cuando terminó la bolsa de la aspiradora era igual o más gruesa que el saco de Santa Claus, lástima que no tenía un trineo para llevarlo.
—¿Izuku?—La mujer observaba extrañada el cómo el chico caminaba con un enorme saco en su espalda—¿Qué llevas allí?—contempló el como su hijo balbuceaba y movía las manos nervioso mirando a todos lados menos a ella.
—¡E-Es ropa! ¡Donare algo de mi ropa vieja a los pobres!—Era más fácil que el explicarle que llevaba el polvillo de una flor ilegal que le dió un loco en el bosque. Izuku tragó grueso cuando la mujer con la expresión ceñuda lo miraba fijamente, después de unos eternos segundos sonrió más enternecida que nunca.
—¡Izuku mi niño bueno! ¡Me alegra tanto ver que seas tan caritativo!—Funcionó, pero su conciencia nunca olvidara que le mintió a su querida madre.
—S-si… me iré de inmediato.
—¿No quieres desayunar?
—Estoy bien así, no te preocupes.
Salió de la casa con la mujer despidiéndolo con una sonrisa en el marco de la puerta. Ahora su mente se hallaba con el enigma de ¿Qué demonios hará con un saco lleno de polvillo solar? ¿Dejarlo tirado en un parque y esperar con que los basureros se lo lleven?
Suspiró con pesadez mientras acomodaba el enorme saco en su espalda. Extrañamente no pesaba nada, era como llevar una enorme y mullida almohada, al parecer el polvillo era más ligero que la arena.
—¡Ah! ¡Arena!—Exclamó de golpe ocurriéndosele una idea—puedo llevarlo a la playa, la arena ocultara el polvillo y las olas lo terminaran de disolver.
Sonrió satisfecho con su plan y se encaminó a la costa. Entre desvíos para evitar la mirada de curiosos, pudo llegar a salvo a la playa, para su suerte era temprano y no había testigos. Jadeó un poco cansado y se sentó en la arena, observó por un momento el océano brillante por el reflejo del sol para luego tomar el saco entre sus manos.
—Bien, acabemos con esto…—Se dijo así mismo antes de por fin abrirlo. El brillo del polvillo se reflejó en sus ojos verdes, quedo por un momento maravillado por la vista, como si viera un montón de estrellas, pero después reaccionó y cayó en cuenta que debía deshacerse de eso lo más rápido que podía.
Se puso de pie, sacudió la arena de su ropa, e inclino el saco dejando caer un puñado del polvillo en la arena.
—Oye chaval…—Una voz masculina a sus espaldas lo sobresaltó y soltó el saco de improviso—¿Qué estás haciendo? ¿No sabes que tirar basura en la playa es ilegal?
—¡N-No es basura!
—¿Y qué es?
—B-Bueno…—Izuku nerviosamente se puso delante del saco en un intento por ocultar el desparrame que había causado. Observó de arriba abajo al individuo que lo había pillado infraganti, un hombre maduro con camisa color café y pantalones negros, era moreno y su cabello rubio teñido, podía jurar que sus ojos tenían un contorno negro dándole un aspecto intimidante.
—¿Bueno?—Repitió el hombre y el menor tragó grueso.
—Es… arena…—Balbuceó y el contrarió parpadeó incrédulo.
—¿Trajiste arena a la playa?
—¡S-Si! Es… de la playa—El hombre lo miro atónito por un momento para luego romper a reír de buena gana.
—Eres pésimo mintiendo chico.
—¿Eh?
—¿De dónde sacaste ese polvillo solar? ¿Tienes una flor?—Apreció la mirada atónita del menor antes de sonreír con malicia—dame ese saco chico, tú te libras de cualquier problema “legal” y yo gano algo cuando venda ese polvillo. Es un ganar y ganar.
Izuku retrocedió. En el colegio lo tenían tachado de cobarde pero lo cierto era es que tenía unos principios muy firmes, no iba a darle ese polvillo tan especial a un desconocido que se veía no tenía buenas intenciones con el. Casi de manera automática tomó el saco y se disponía a correr muy lejos antes de encontrarse con aquel hombre frente a él, se quedó paralizado antes de ser despedido un metro de un golpe en la nariz.
—Se veía a lo lejos que ibas a salir corriendo—Con tranquilidad tomo el saco y lo apoyó en su espalda—haz de cuenta que tú nunca me viste, chaval, y yo haré como si nunca te hubiera visto tratando de deshacerte de este polvillo.
Izuku se reincorporó en el suelo con la nariz sangrante, no había visto bien pero sabía que ese sujeto uso su magia, quizás alguna que hizo que aumentara su velocidad, veía su espalda alejarse con el montículo de polvillo escurriendo un poco. Se mordió los labios y apretó los puños, no iba a permitirlo, aun cuando no tuviera algún poder y terminara sufriendo una paliza grave, no iba a permitirlo. Allmight no lo permitiría.
—¡Suéltalo!—Gritó con toda la fuerza que tenía su garganta, su brazo por reflejo se estiró hacia el sujeto ya unos metros lejos.
Cuando sucedió aquello realmente no se lo espero, no, ni siquiera pensó en ese momento que él fuera el causante. La arena frente a él se movió en una ráfaga que mando volando al hombre que ni si quiera vió que paso al mar. Midoriya quedó en shock unos segundos con el brazo extendido, observando caer el hombre a lo lejos en el agua, sus ojos en blanco miraron en todos lados buscando al mago responsable de esa ráfaga de arena, pero no había nadie. Miró ahora su alrededor, la arena se había removido haciendo un circulo a su alrededor y saliendo una especie de hendidura frente a él hasta donde estaba antes el hombre.
Entonces por fin cayó en cuenta.
—¿Fui yo?—Miró sus manos sin poder creérselo, jadeó en sorpresa al divisar pequeños destellos brillantes en sus dedos y en las palmas—el polvillo se tornó anaranjado…
Continuará…
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