Las clases eran eternas mientras observaba a su profesor, este explicaba el día en que el primer ser humano uso la magia como un medio para cumplir su objetivo, de cómo el poder mágico se volvió parte fundamental en la vida del ser humano. Suspiró, esta asignatura lo incomodaba junto con la educación física, donde todos lucían las habilidades especiales que tenían.
—Eso es todo clase—Habló el sensei mientras juntaba unos papeles y miraba con una sonrisa suspicaz a la clase—puesto que ya están en tercer año, es hora de que hablemos de su futuro. Les había imprimido unos folletos de recomendación de carreras pero…—tiró los papeles al aire con euforia— ¡Pero es obvio que todos serán hechiceros! ¡¿Cierto?!
Los estudiantes empezaron a armar alboroto, tirando su magia como polvillo de fuego artificial hacia el techo, todos armaron jaleo excepto cierto chico pecoso sentado en la esquina encogiéndose en su sitio y limitándose a alzar la mano.
—¡Sensei! ¡No me ponga al mismo nivel que estas escorias!—Habló agresivo un rubio de ojos carmín con sonrisa de superioridad— solos los especiales podrán entrar en la élite de hechiceros ¿De verdad cree que estos inútiles siquiera llegarán a ser aficionados?
Solo escupió esas palabras con desdén, ignorando las quejas y los insultos a su persona, por otra parte el profesor lo tomó como otra cosa de todos los días y con cierto interés miró la hoja que estaba en su escritorio.
—Es cierto… Tú quieres inscribirte a U.A ¿Verdad Bakugou? La academia élite para postular a los estudiantes más destacados.
Los demás no disimularon su sorpresa, empezaron a murmurar entre sí comentarios de asombro o envidia haciendo ensanchar la sonrisa en BakugouKatsuki.
—¡Así es Tarados! ¡Seré el mejor hechicero que han visto jamás! ¡Superare incluso a AllMight!—Gritó a los cuatro vientos mientras sus manos despedían unas brillantes explosiones anaranjadas.
—Sino mal recuerdo, MidoriyaIzuku también se postuló.
Silencio incomodo, en donde todos voltearon al pecoso de la esquina que se estremeció y miraba nervioso el alrededor, su rostro mostró vergüenza cuando escuchó las carcajadas que soltaban los demás.
—¡¿Midoriya se postuló?!
—¡¿Cómo se supone vas a aprobar sin tener magia?!
—¡N-No es del todo así!—Contradijo mientras se levantaba de su asiento—¡Ya han levantado esa regla! ¡Incluso yo puedo intentar…!—una explosión en toda su mesa lo tiró hacia atrás estampándolo contra la pared. Después de un quejido y de sentarse adolorido en el suelo vió frente a él a Bakugou—K-Kacchan…
—Oye Deku ¿A qué estás jugando?—Habló amenazante mientras su entrecejo fruncido y su sonrisa sádica le daban un aspecto atemorizante—¿Qué te hace pensar que un nerd sin nada especial puede estar parado en la misma línea que yo?
—K-Kacchan no lo hago por ti, e-esto es algo que he querido y decidido desde hace tiempo ¡E-Entrar en U.A es mi sueño!—Intento excusarse pero solo logró enfadar más al contrario.
—¡No te creas la gran cosa nerd de mierda! ¡Yo seré el único que entre a U.A!—Escupió con furia antes de ser reprendido por el profesor y ponía en orden la clase. Izuku pasó lo que quedaba de la clase haciendo un gran esfuerzo por soportar los murmullos y comentarios burlones de sus compañeros. El timbre de su salvación sonó y ya era hora de regresar a casa, guardó sus cosas apresuradamente y tomó su mochila amarilla para irse pero fué interceptado por dos chicos—Deku—nuevamente Katsuki lo llamaba y el temeroso lo miró.
—¿Kacchan?—El aludido caminó hasta estar frente a él, y con una sonrisa extraña poso su mano en el hombro de Izuku.
—Soy un perfeccionista…—La mano en el hombro empezó a hacer humo crispándolo mientras él mantenía esa sonrisa—por eso habló en serio cuando digo que seré el único que entre U.A, así que por tu bien, dimite…
—¡Ka-Kacchan! ¡Te digo que no lo hago por competir! ¡Entrar a U.A es mi sueño!—Y sin más se apartó cuando el más alto puso un gesto de desagrado. Fueron pocos segundos los que le tomaron para entornar la mirada entre Katsuki y los otros dos compañeros que solían seguirlo, no tenía que ser un genio para saber lo que venía.
Lo siguiente que se divisó fue a Izuku salir disparado por la puerta siendo perseguido por Bakugou y su sequito.
—¡MUEREEE!—Gritaba el rubio intentando alcanzar al nerd quien corría con todas sus fuerzas.
—(¡Callejón! ¡Callejón! ¡Callejón!)—Repetía una y mil veces en su mente mientras salía de la escuela todavía perseguido, atravesó una reja de madera donde brevemente se perdió de vista de sus bravucones, momento que aprovechó para levantar una pequeña puerta y escabullirse por la pequeña apertura. Esperó por unos momentos cuando escuchó unos pasos y unas respiraciones agitadas.
—S-Se escapó…—Dijo uno todavía respirando agitado, Bakugou chasqueó la lengua frustrado.
—¡Deku! ¡¿Cómo crees que alguien que solo sabe huir podrá entrar en U.A?! ¡¿O si quiera convertirse en hechicero?!—Gritó amenazante, sabía que el miedoso estaría escondido cerca ya que no era bueno corriendo, al no escuchar ningún tipo de respuesta solo se retiró murmurando maldiciones siendo seguido por las otras dos escorias.
Cuando se sintió sólo, soltó el aire que estaba conteniendo. Observó al cielo azul con mirada melancólica para luego levantarse pesadamente y empezar a caminar rumbo a casa; donde lo esperaría su madre con una sonrisa, quizás con un plato de comida Katsudon para alegrarlo cuando se dé cuenta que tuvo un mal día.
De antaño, cuando eran niños de no más de cinco años, él y Katsuki solían ser amigos, bueno si a eso se le podía llamar amistad, Bakugou era como el líder de los niños del vecindario que al igual que Izuku se sentían maravillados y atraídos por la confianza que despedía el rubio, como moscas a la luz lo seguían.
Si había algo en común entre Katsuki y él, es que ambos admiraban a la misma persona. AllMight, el hechicero que encabeza la encuesta de popularidad y del hechicero más fuerte que se ha visto, Bakugou admiraba la forma en que a pesar de todo y contra todo, él siempre termina victorioso a las adversidades, ya sea una catástrofe o un oponente de poderes misteriosos. Mientras que Izuku, quedó maravillado por el brillo que despide, solo con su fuerza pudo salvar a los ciudadanos de un edificio en llamas después del atentado de un brujo de fuego, sonriendo ampliamente y con el pecho inflado decía “Todo estará bien”, y entonces su sueño fue convertirse en un hechicero como él, con el poder de partir un mundo en dos pero con la voluntad de un héroe. Pero… el mundo es cruel ¿Cierto?
Suspiró decaído recordando aquellos días, cuando Kacchan manifestó su magia seguido por los demás niños, hasta que solo quedó él. Su madre lo llevó a un médico y allí lo supo, él era de esos casos raros de uno en un millón donde el individuo nacía sin ningún tipo de magia ¿Qué mierdoso no? Por si no fuera suficiente las burlas y el rechazo por parte de Kacchan y sus demás compañeros no tardó, por lo que su vida escolar era una pesadilla latente y su añorado sueño era un bonito espejismo.
Sintió una brisa suave chocar contra su rostro despertándolo de sus pensamientos, cayó en cuenta que estaba caminando en una dirección que no lo llevaría hacia su casa. Estaba a punto de adentrarse en el bosque que se encuentra a las afueras de su vecindario ¿Tan ensimismado estaba que no se dió cuenta hacia dónde iba? El cielo ya estaba anaranjado anunciando horas de la tarde, si seguía así su madre se preocuparía, con eso en mente iba a dar media vuelta para volver por su camino, pero notó un pequeño e imperceptible punto brillante dorado proveniente de la oscuridad de la espesura.
Sabía que debía irse, que se le hacía tarde y su madre se preocuparía, que es una muy mala idea adentrarse al bosque oscuro y tenebroso donde fácilmente se podría perder. Pero ese insignificante e imperceptible puntito brillante era suficiente como para despertar su curiosidad, a pasos lentos se adentró en la arboleda, iluminado por la luz naranja del sol, memorizando por donde iba y con su maldita mente de nerd recordándole los numerosos casos de personas desaparecidas en los bosques. Suspira mientras divisa que el puntito brillante se va… ¿Haciendo grande? No… se va multiplicando, no era una sino varias pequeñas luces doradas, apresuró el paso y tardó en llegar a ellas mientras el sol se escondía.
Ya en la oscuridad, llego a un pequeño espacio entre los árboles, donde con asombro contemplaba como sembradas formando un círculo, había numerosas flores de apariencia de narcisos pero con un color y un reflejo dorado único, Izuku las reconoció en seguida.
—Son… flores solares, son usadas para crear el polvillo solar para los profesionales—Habló asombrado mientras se ponía en cuclillas y apreciaba más de cerca las flores—algo tan valioso dejado aquí… ¿Serán de alguien? ¿Acaso están siendo traficadas?—balbuceo con nerviosismo, es normal que el principal material de los polvillos solares fuera usado y vendido ilegalmente hasta caer en manos equivocadas y letales, debía llamar a la policía pero… volvió a ver ese brillo pequeño dorado en una de las flores, brillito que duro unos segundos para volver a apagarse.
Era la primera vez que las veía en vivo y en directo, normalmente sólo las podía ver por la televisión y el internet. Incitado por algo indescriptible que lo motiva con lentitud a extender su mano derecha hacia una de las plantas cercanas, un leve y suave toquecito de su dedo índice en uno de los pétalos de la flor, y algo se activó, de una en una empezaron a brillar como linternas, sorprendiéndolo y haciéndolo caer sentado, admirando embelesado el resplandor que iluminaba y hacía brillar su rostro con una emoción que no sabía descifrar.
—¡¿Quién está ahí?!—Dijo una voz masculina y gruñona. Izuku salió de su ensoñación para alzar su cabeza hacia atrás y ver a un hombre de cabellos naranja rizados y con ropa descuidada, parpadeó incrédulo y el hombre endureció la mirada—¡¿Y bien?!
—¡Wah! ¡Y-Yo…!—Balbuceó mientras se ponía rápidamente de pie.
—¿No deberías estar en casa chaval? ¿No sabes que es malo introducirse en un bosque a estas horas?—Cruzó sus brazos severo, Izuku tragó grueso mientras lo observaba detalladamente, era un adulto, de unos treinta años quizás, llevaba una barba mañanera en su cara.
—L-Lo siento, ummm… yo ¿Estas flores son suyas? ¿Las está cultivando?—Preguntó apresuradamente y con timidez.
—¡¿Ah?!—Pronunció desagradado—¡No son mías, yo soy suyo! ¡Y no son cultivadas, ellas simplemente les gusta estar aquí!—corrigió molesto y Deku parpadeó sorprendido y confuso. El lugar era alumbrado por las flores, por eso voltearon al sentir cómo estas parpadeaban. Aquel hombre se acercó a ellas, se arrodilló y las observó extrañado—¿Qué pasa?—habló y los parpadeos fueron más seguidos—¡¿Qué el chico qué?! ¡Pero si se ve muy simple! ¿Cómo que no les importa? ¿Especial? ¡Especial mi culo!
El rostro de Izuku era un poema mientras observaba a aquel hombre hablar o más bien discutir con las flores ¿Se topó con un loco? Empezó a retroceder lentamente.
—¡Tú chaval!—Y Midoriya quedó paralizado cuando aquel hombre se puso de pie y caminó hasta estar frente a él. Sin previo aviso tomó ambas manos del menor y las examinó exhaustivamente bajo la mirada de perplejidad de este—tch, supongo que está bien—lo soltó y lo miró fijamente—tu nombre y edad.
—¡Ah! M-MidoriyaIzuku, t-tengo quince años…—Normalmente, en una situación así, probablemente lo más inteligente hubiera sido no darle esos datos a un loco que habla con las flores, pero no es como si lo hubiera pensado mucho…
—MidoriyaIzuku, quince años—Repitió poniendo una expresión de desagrado mirando de arriba abajo al menor, volteó su mirada hacia las plantas luminosas—¡Es un mocoso enclenque! ¡¿Están seguras de esto?!—las flores parpadearon su luz numerosas veces con euforia, para su molestia y la sorpresa de Izuku. Regresó su mirada bruscamente al joven sobresaltándolo—ven—dijo como si de una orden se tratara, tomó la mano de Deku y lo arrastró hasta frente a las flores, se agachó acercándose a estas—mocoso, solo te haré esta pregunta… ¿Qué sientes al verlas?
Muy bien, esto era demasiado raro. Un extraño que habla con flores brillantes y mágicas le pregunta de la nada que siente al ver unas plantas. Deku era una persona lógica, y una buena persona lógica saldría corriendo a llamar a una autoridad competente para notificarle que un loco está cultivando en el bosque de manera ilegal flores solares, sí, eso debía hacer, pero... ¿Por qué será? Hoy no estaba pensando cómo debía pensar.
—Ummm… son flores solares, brillan y su polvillo multiplica el poder de los hechiceros—Susurró dudoso, recibió una mirada fulminante del peli naranja.
—¡No me recuerdes a esos profanadores indignos!—Deku retrocedió por reflejo con una mirada de miedo ante el gruñido y la fiera mirada del contrario. Nuevamente las flores destellaron interrumpiéndolos y eso fue un aviso para el peli naranja para que se calmara, suspiró y contó mentalmente hasta diez—mira… no te estoy preguntando que son, como lucen o para que… son usadas—lo último lo pronunció con una mueca de molestia pero volvió a relajarse—míralas fijamente… y dime ¿Qué sientes?
Izuku contempló el resplandor dorado que emana de esas flores, observó hasta el minúsculo detalle que estas tenían, y tenía una extraña sensación en sus manos…
—Son hermosas… me dan… paz—Respondió ahora. Los ojos café del hombre se le quedaron viendo de forma inexpresiva por un momento, acomodándolo, hasta que chasqueó la lengua y pasó su mano por sus cabellos rizados anaranjados.
—Supongo puedo darte la oportunidad…—El menor parpadeó confuso. Observó con sorpresa como el mayor con delicadeza y rapidez removía una de las flores hasta sacarla de la tierra, el asombro dominó su semblante cuando en un movimiento de manos rápido y hasta elegante movió la tierra donde antes estaba la flor, y moviendo el dedo índice en círculos endureció la tierra formando una pequeña maceta, había algo extraño, sus dedos despedían unos extraños destellos anaranjados.
—Woow…—Exclamó asombrado mientras observaba como plantaba la flor en la maceta—es asombrosa esa magia… ¿Manipular la tierra?—el peli naranja lo miró de reojo…
—Supongo que podrías llamarlo así—Se encogió de hombros desinteresado, sin más se levantó y se giró para estar frente a Izuku—dejaré que le pongas el nombre que quieras—y antes de que pudiera reaccionar depositó en sus manos la flor brillante plantada en la maceta.
—¿M-Me la está dando?—Balbuceó incrédulo y recibió una mirada fulminante que lo asustó.
—Escucha muy bien esto. “Ella” se está yendo contigo ¿Entiendes?—Obviamente no, pero no le fue permitido negarse cuando lo tomaron de los hombros, lo voltearon y lo empujaron unos metros—vete chaval, tu papá, tu mamá, tu hermanito, tu hermanita o quién demonios te cuide se debe estar preocupando por ti.
—¡A-Ah! ¡E-Espere! ¡¿Quién es usted?!—Balbuceó entre alarmado y nervioso con la planta en sus manos.
—Llámame Lyon, puede que algún día nos volvamos a ver ¡Ahora largo!—Y con ese gritó Izuku echó a correr tan rápido como pudo.
Bien se las arregló para regresar por donde había venido, y es que había salido corriendo sin importarle a donde iba. Ya jadeando se dió cuenta de que estaba en el parque en el que solía jugar de niño con Bakugou, su casa estaba cerca. Regresó su mirada al bosque y luego a la flor solar en sus manos ¿Qué fue todo eso? ¿Qué se supone que hará con esa flor si no tiene ninguna magia que potenciar? Sintió un vibrar en su bolsillo y sacó su celular.
De: Mama.
Asunto: ¿Dónde estás?
¡Izuku! Ya está anocheciendo ¿No sabes que a esta hora es muy peligrosa para pasear? Regresa a casa por favor, estoy preocupada y tu cena ya está lista.
Izuku entonces se percató de que en verdad era tarde, casi anocheciendo, y probablemente le esté esperando un gran sermón de mama, suspiro cansado, fue un día loco y lo mejor será pensar en todo eso después de una cena caliente y de descansar en su cama. Y se encamino con sus ojos curiosos posados en la flor brillante ¿Dónde pondría eso?
Continuará…
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